Tres pueblos de la comarca de los Montes Orientales. Tres grupos de personas que después de una trayectoria de trabajo, penas, fatigas y en la mayoría de los casos han criado a sus hijos, ahora pueden disfrutar de unas horas y de unos días de vacaciones.
Si tuviera que destacar algo, sería la CONVIVENCIA, la AMISTAD, la ALEGRÍA.
Es admirable comprobar como a esta edad saben convivir, fomentan y dan vida a la amistad y convierten los momentos en alegría.
Cualquier momento del día, es aprovechado para disfrutar y divertirse.
Son madrugadores, porque durante toda su vida han tenido que madrugar. Ellos para sus trabajos, en la mayoría de los casos agrícolas (cuando no también fuera de su pueblo porque tuvieron que emigrar buscando un trabajo mejor). Ellas, que tenían que sacar la casa adelante la limpieza, el cuidado de los niños y a veces también de sus mayores; en momentos en que esta tarea era más dura porque no existían lavadoras ni agua potable. Lavaban en el río, tendían en sus orillas y después cargaban sobre costados y sus riñones los canastos llenos. continuaban con las tareas propias de coser, planchar, con planchas de ascuas de la lumbre.
Porque no hay que olvidar que estas personas vivieron años en que en la casa cuidaron en su casa, además del marido y los hijos, convivían sus padres y a veces sus tíos y/ó abuelos. Las residencias y centros de día todavía no estaban de moda estaban muy lejos todavía.
Ahora, haciendo un paréntesis a la monotonía de su vida diaria en el pueblo, han vivido y han disfrutado de unos días, haciendo nuevas amistades y compartiendo horas de relax y diversión.
Y ¡como se divierten! Tras grandes paseos durante el día, despues de la cena bailan sin mostrar el mínimo cansancio. Lo mismo un pasodoble que un vals, alternando con flamenco, sevillanas, rock y bailes modernos. Sin faltar a ser posible el "paquito chocolatero" y el "chacachas del tren".
Varias fotografías. Arriba Conchita y Aurelia, dos mujeres, que sonríen a la vida mientras comparten el último desayuno antes de volver a su pueblo.
Más abajo, Manolo y Antonio, una de las parejas más divertidas.
Más abajo Juan y Encarnación.
Y por último, Emilio, el presidente de la Asociación de mayores de Benalúa de las Villas.
Todos contentos compartiendo esos últimos minutos en la residencia. Esperando una nueva ocasión.
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