sábado, 21 de marzo de 2020

LA GRIPE QUE AFECTÓ A NUESTRO PUEBLO ENTRE 1918 y 1921

¿Qué fue la gripe española?

La gripe española fue una enfermedad contagiosa que afectó entre 1918 y 1919 a la mayor parte de los territorios del planeta, desde Estados Unidos o el África subsahariana hasta Australia o la India, pasando por Sudáfrica, Indonesia, Europa Occidental, China, Latinoamérica… En total, las estimaciones modernas calculan que más de 50 millones de personas habrían muerto a causa de la gripe española, cifra que supera ampliamente el número de muertos totales en la I Guerra Mundial.
Aun hoy en día se sigue estudiando qué ocurrió en el virus de la gripe común para que se convirtiera en el agente patógeno más letal de la Historia. Las investigaciones científicas más recientes apuntan a que se trataba de una variedad de gripe aviar con muchas mutaciones y una capacidad de multiplicación diaria hasta 50 veces más fuerte que en la gripe común. Además, se trataba de un virus nuevo, con poca circulación en el mundo, por lo que afectó gravemente a personas de todo el globo debido a que no tenían desarrolladas las defensas inmunológicas necesarias para hacerle frente.
La razón del nombre de esta influenza (nombre con el que se llama a las gripes desde finales de la Edad Media) no tiene nada que ver con un supuesto origen en España. En 1918, cuando millones y millones de personas de todo el mundo enfermaron, la vida laboral y las estrategias militares de la Primera Guerra Mundial se vieron severamente trastornadas. Ante esta situación, las altas jerarquías políticas y militares de los países enfrentados se esforzaron por censurar todas las noticias acerca de la existencia y extensión del virus, puesto que esta información podría haber sido utilizada en su beneficio por sus enemigos.
Sin embargo, la situación en nuestro país era muy diferente. España fue oficialmente neutral durante la I Guerra Mundial, por lo que no tuvo ninguna censura a la hora de hablar de la repercusión de la pandemia, más aun si cabe cuando hasta el rey Alfonso XIII cayó enfermo. De este modo, España se convirtió en foco de todos los recelos de los países beligerantes, que veían peligrar su estrategia de manipulación de la información. Como respuesta, todas las naciones afectadas, encabezadas por la Real Academia de Medicina de Gran Bretaña, no dudaron en hacer saber a todo el mundo que la epidemia de gripe era de origen español, bautizándola injustamente como la spanish influenza o spanish flu.

El origen de la gripe española

A pesar de que ha pasado un siglo desde que se produjera la pandemia, lo cierto es que aun no hay una opinión unánime acerca del lugar exacto donde se originó la gripe española. Quizás esto se debe a que durante décadas el mundo y los historiadores marginaron deliberadamente el estudio de la incidencia de la pandemia, de manera que no hubo grandes investigaciones sobre el tema hasta la llegada de las nuevas corrientes historiográficas surgidas en los años 60 y 70. Desde ese momento, los científicos y los historiadores han barajado diversas hipótesis, ubicando su origen en los campos de batalla europeos de los primeros meses de la I Guerra Mundial o en los territorios asiáticos de los que habrían surgido otras pandemias históricas como la Peste Negra de la Edad Media.
No obstante, la teoría más plausible en la actualidad sitúa la aparición de la gripe española en el Medio Oeste americano, concretamente en el estado de Kansas. En febrero de 1918, un médico de Haskell County (Kansas), observó un brote de gripe más severo de lo normal entre sus pacientes. Al mes siguiente, los médicos del campamento militar de Funston, en el condado de Riley (Kansas), registraron la aparición repentina de miles de casos de gripe entre sus soldados.

A partir de ahí, la epidemia se fue extendiendo de campamento en campamento desde el Medio Oeste hasta los puertos de la Costa Este, donde los soldados americanos estaban embarcando masivamente para dirigirse a los frentes de combate en Europa. Así, en el mismo mes de marzo de 1918, 85.000 soldados ya luchaban en Francia; seis meses después, ya eran más de 1 millón. Partiendo de Burdeos y Brest, donde se observaron los primeros casos a principios de abril, la gripe española haría estragos en los meses siguientes.

Las oleadas de la gripe española

La pandemia de la gripe española, considerada la peor de la Historia por su virulencia, su rápida extensión y su número de muertos, se presentó en el mundo en tres oleadas diferenciadas: primavera-verano de 1918, otoño de 1918 e invierno de 1919.
La primera oleada se caracterizó por la elevada mortalidad en las ciudades, una baja mortalidad en otros lugares y una limitada difusión geográfica. Esta particularidad hizo que en ciudades densamente pobladas hasta un 50% de la población pudiera verse afectada por la enfermedad, mientras que en pueblos pequeños apenas afectó o ni siquiera llegó. En junio llegó a Sudamérica, en julio al Pacífico sur y en agosto a la India y las costas africanas.
En el caso de España, este patrón de comportamiento se cumplió plenamente. La primera oleada apareció en Madrid en mayo de 1918, y para el 1 de junio la cifra de afectados alcanzaba ya los 250.000. Siguiendo las rutas de comunicación, la enfermedad se propagó rápidamente por ciudades cercanas como Cuenca, Toledo y Salamanca, y desde ahí al resto del país. De hecho, las zonas más afectadas fueron Cáceres, Badajoz, Córdoba, Jaén y la mitad sur de la Meseta Central.

Después de un breve respiro, una segunda oleada apareció a finales de agosto simultáneamente en lugares tan dispares como Francia, Estados Unidos o Sierra Leona. Este segundo brote fue el más rápido de todos, ya que en uno o dos meses se extendió por todo el planeta, existiendo pocos lugares que se libraran. También fue el más letal, ya que se calcula que alrededor de un 70% de los muertos totales provocados por la pandemia (puede que más de 50 millones) murieron en esta segunda oleada, sobre todo entre octubre y noviembre de 1918.
En nuestro país, la segunda ola llegó a causa de los cientos de miles de españoles que regresaban a sus hogares después de haber ido a trabajar a la vendimia francesa. De esta manera, al contrario que en la primera vez, la oleada fue catastrófica en las provincias más septentrionales y en algunas regiones andaluzas como Huelva, Almería y Granada, mientras que ciudades como Madrid, Sevilla, Málaga o Córdoba fueron relativamente poco castigadas. En el mes de octubre de 2018 la avalancha de muertos era tal que muchos cuerpos permanecían apilados en la ciudad durante más de una semana hasta que se pudiera enterrarlos.
Finalmente, una tercera oleada, también virulenta pero más difuminada en tiempo y espacio, afectó al mundo entre enero y junio de 1919. En Andalucía, esta vez fue de nuevo Málaga la provincia más afectada. De un modo u otro, a lo largo de las tres olas se cree que hasta un 55% de la población mundial pudo estar en contacto con la gripe española


La pandemia de gripe de 1918, también conocida como la gripe española de 1918, fue una pandemia de inusitada gravedad. A diferencia de otras epidemias de gripe que afectan básicamente a niños y ancianos, muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables, y animales, entre ellos perros y gatos.12 Es considerada la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en solo un año mató entre 20 y 40 millones de personas.34567 Esta cifra de muertos, que incluía una alta mortalidad infantil, se considera uno de los ejemplos de crisis de mortalidad.
En Estados Unidos la enfermedad se observó por primera vez en Fort Riley (Kansas) el 4 de marzo de 1918, aunque ya en el otoño de 1917 se había producido una primera oleada heraldo en al menos catorce campamentos militares.9 Un investigador asegura que la enfermedad apareció en el Condado de Haskell, en abril de 1918. Y, en algún momento del verano de ese mismo año, este virus sufrió una mutación o grupo de mutaciones que lo transformó en un agente infeccioso letal; el primer caso confirmado de la mutación se dio el 22 de agosto de 1918 en Brest, el puerto francés por el que entraba la mitad de las tropas estadounidenses Aliadas en la Primera Guerra Mundial.
Recibió el nombre de gripe española porque la pandemia ocupó una mayor atención de la prensa en España que en el resto de Europa, ya que no estaba involucrada en la guerra y por tanto no se censuró la información sobre la enfermedad. Aunque el origen del virus se acepta que fue Estados Unidos —fue el 4 de marzo de 1918 en Camp Funston, uno de los campamentos militares establecidos en Kansas tras el comienzo de la I Guerra Mundial donde se registró el primer caso—, un estudio de 2014 indica que el origen de una de las cepas letales del virus pudo estar en Madrid.10
Con el fin de estudiar la pandemia de gripe, los científicos han empleado muestras de tejido de víctimas congeladas para reproducir el virus.11​ Dada la extrema virulencia del brote y la posibilidad de escape accidental (o liberación intencionada) de la cuarentena, hay cierta controversia respecto a las bondades de estas investigaciones. Una de las conclusiones de la investigación fue que el virus mata a causa de una tormenta de citocinas, lo que explica su naturaleza extremadamente grave y el perfil poco común de edad de las víctimas.

Hospital improvisado en el Campamento Funston, también en Kansas, en 1918.

Tradicionalmente se ha considerado «enfermo cero» al cocinero Gilbert Michell de Fort Riley en Kansas ingresado el 4 de marzo de 1918. Horas después ya se contabilizaban decenas de casos, hasta el punto de tener que habilitar un hangar para los enfermos, pues el hospital no tenía capacidad suficiente.12​ Sin embargo, investigadores como la de Santiago Mata (2017) recogen informes y publicaciones donde se afirma que ya se habían detectado brotes muy virulentos de la gripe meses antes y no en Kansas, sino en casi todos, por no decir todos, los campamentos militares habilitados para el envío de soldados a Europa.nota 1
La gripe llevaba tiempo incrementando sustancialmente su tasa de mortalidad. Así, Mata recoge el dato de 18 886 muertos por gripe en 1916, un 2,6 % de mortalidad cuando una gripe estacional arrojaba en Estados Unidos una mortalidad media de un 0,056 %. Esta tasa de mortalidad en 1916 suponía ya un incremento del 65 % respecto a 1915 y a su vez la mortalidad de ese año fue un 75% más que la de 1914. Sin embargo estas cifras se obtiene de la población en general, cuando la gripe afecta mucho más a niños y sobre todo a persona mayores, hasta un 95 % de los muertos estacionales pertenecen a este colectivo.13 Pero en diciembre de 1917 surge un dato sorprendente en Camp Greene, cerca de Charlotte Carolina del Norte, donde se constatan 20 muertos de un total de 565 enfermos de gripe, todos ellos hombres jóvenes. Esta cantidad supone un incremento entre 100 y 200 veces la tasa de mortalidad habitual para población juvenil. Por esta razón se considera que fue en Camp Greene donde apareció el paciente 0 infectado por el H1N1. Además los síntomas descritos se diferencia de los de una gripe estacionaria para ir pareciéndose a los de la gripe pandémica.
·         Cara con color grisáceo.
·         Pupilas moderadamente dilatadas.
·         Fiebre superando los 39 grados.
·         Pulso rápido, superando las 140 pulsaciones por minuto incluso pudiendo llegar a las 160.
·         Respiración superficial y rápida.
·         Agotamiento extremo.
·         Entre cuatro y seis horas tras los primeros síntomas los pulmones del paciente ya comenzaban a segregar exceso de líquido.
·         Entre las 12 y 18 horas después de aparecer los síntomas anteriores se producía un empeoramiento con más líquido pulmonar, más disnea, aumento en la dilatación pupilar, postración, sudoración profusa, aumento de la fiebre.
·         De no remitir los síntomas la muerte sobrevenía entre las 24 y 48 horas después de producirse el empeoramiento.
Pero estos primero síntomas fueron empeorando según avanzaba la enfermedad. En febrero al cuadro anterior era necesario añadir en varios casos el dolor abdominal, hasta el punto de confundirse con una apendicitis, las pulsaciones aumentaban aún más en los casos de la segunda oleada, su color era todavía más pálido y el aspecto se asemejaba al de los enfermos por fiebres tifoideas. Esto podía empeorar aún más la situación al ir pasando los pacientes de una sección especializada a otra (Mata, 2017).

Expansión de la epidemia

El auditorio municipal de Oakland convertido en improvisado hospital en 1918.
En diciembre de 1917 ya eran 14 de los 16 campamentos militares existentes afectados por la gripe, incluso en Camp Pick ya se habían constatado 12 muertos en octubre de 1917, en Camp Beauregart 50 muertos en noviembre y en Camp Bowie 172 muertos también en noviembre de 1917. Es la llamada Oleada heraldo (Mata, 2017).
El presidente estadounidense Woodrow Wilson consultó con el general Peyton C. March, jefe del estado mayor estadounidense desde mayo de 1918, si deberían suspender los envíos de tropas a Europa para no propagar la epidemia, pero March le indicó que una noticia así podía perjudicar mucho la marcha en el frente al saber la Triple Alianza (1882) los problemas entre las filas de su enemigo. Por esta razón Wilson no detuvo los envíos de tropas, pese a llegarle informes de que sus ciudadanos estaban enfermando e incluso muriendo en los barcos al declararse la gripe a bordo. En agosto de 1918 ya eran cerca de un millón y medios de soldados estadounidenses desplazadas a Europa, muchos enfermos de gripe.
Tras registrarse los primeros casos en Europa, al parecer en Francia, la gripe pasó al Reino Unido, después a Italia, más adelante cruzó a Alemania y por último a España, un país neutral en la guerra que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias, de ahí que, pese a ser un problema internacional, se le diera este nombre por parecer en las informaciones de la época que era el único país afectado.12​ Los hospitales estaban colapsados, los hospitales militares también tenían todas las plazas ocupadas. En el frente la ofensiva de 1918 se suspendió por el ejército alemán porque tenía a un millón de soldados enfermos en el mes de mayo. En la oleada de mayo de 1918 se cree que más de la mitad de los madrileños habían contraído la enfermedad. Resultó un duro golpe para la población europea, pero también para la moral porque, con los adelantos conseguidos en la higiene y la sanidad, las autoridades consideraban orgullosamente haber desarrollado servicios sanitarios capaces de dejar en el olvido a pasadas epidemias de cólera y otras.
Pese a todo lo peor estaba por llegar. Aunque ciudades como Madrid habían pasado lo peor, la segunda oleada de 1918 afectó tanto a las ciudades como a pequeños municipios del mundo rural. El 75% de las muertes se cree que acontecieron en la segunda oleada de 1918, porque aunque ésta epidemia comenzó siendo una gripe relativamente benigna, su mortalidad fue aumentando progresivamente.
En 1919 la enfermedad ya fue mucho menos virulenta por estar la mayoría de los organismos adaptados al virus. Finalmente en 1920 aún se detectó un último repunte, pero no hubo más. Sin embargo los efectos negativos sobre la población siguieron produciéndose en forma de mortalidad infantil al perder los niños a uno de los dos progenitores y en algunos casos a los dos. Con todo la gran epidemia de la gripe desapareció de una forma muy parecida a como había empezado, entre otras razones por estar la mayoría de los supervivientes inmunizados, inmunidad que se cree ha seguido en los genes de la especie humana hasta nuestros días. Así el virus de 2009 que pertenece a la misma familia del H1N1 resultó mucho menos letal.​

La pandemia en cifras

Mapas de tasas de sobremortalidad respiratoria por cada 10 000 habitantes en cada provincia de España. Los mapas muestran las tres oleadas pandémicas de primavera (mayo-julio 1918), otoño (agosto-diciembre 1918) e invierno (enero 1919-abril 1919) así como el total acumulado para toda la pandemia de gripe se  desconoce la tasa de mortalidad de la pandemia de 1918-1920, pero autores como Juan Carlos Losada (2012) estiman que murieron del 10 % al 20 % de los infectados. Su tasa de morbilidad pudo llegar hasta la mitad de la población mundial,16 pero otras fuentes la elevan hasta dos tercios,13 esta tasa de letalidad significa que entre un 3 % y 6 % de la población mundial murió,5 pero varía muchos con las poblaciones, pues pueblos indígenas del Pacífico o el Ártico llegaron a perder hasta el 90 % de su población.13 La gripe pudo haber matado a 25 millones de personas en las primeras 25 semanas. Estimaciones más antiguas indicaban que murieron entre 40 y 50 millones de personas.4 Sin embargo gran cantidad de países no disponían de un servicio sanitario capaz de recoger datos fidedignos y muchos de los muertos no fueron contabilizados, por esta razón estimaciones actuales mencionan entre 50 y 100 millones de víctimas.1617 Es difícil, sin embargo, compararla con otras importantes pandemias de gripe del pasado de las que ahora es imposible extraer alguna información, como la de 1580.
España fue uno de los países europeos más afectados con cerca de 8 millones de personas infectadas en mayo de 1918 y más de 200 000 muertes (a pesar de que las cifras oficiales redujeron las víctimas a «solo» 147.114 personas).18192021
Se estima que en China murieron 30 millones de personas,[cita requerida] alcanzando una mortalidad del 40 % de la población en algunas zonas. En el Ejército de China, al menos el 35 % de las tropas que enfermaron murieron. En Estados Unidos, cerca del 28 % de la población padeció la enfermedad y murieron entre 500 000 y 675 000 personas.22​ En el Reino Unido murieron 250 000,22​ en España 200 000 (el 1 % de la población),23​ En Colombia aproximadamente 3000 (Principalmente en el departamento de Boyacá), 24​ en Venezuela 25 000,25​ en Argentina oficialmente 14 997, aunque se estima el doble,2​ en Francia 400 00022​ y en Italia una cifra similar.26​ En la India británica fallecieron de 1022​ a 17 millones.27​ Las estimaciones sobre el África subsahariana hablan de 1,5 a 2 millones de víctimas.22​ En Alaska en el pueblo inuit de Fairbanks de los 80 habitantes, 78 murieron en sólo una semana y en Sudáfrica, murieron comunidades enteras, en Australia murieron unas 80 000 personas y en Fiyi murió el 30 % de la población en sólo dos semanas, mientras que en Samoa Occidental el 40 %, en Chile murieron 43 113 personas.28
Pirámide de la población Alemana en 1936 donde puede verse claramente la bajada de la población a causa de la Primera Guerra Mundial y de la gripe de 1918.
En el caso del Perú, se documentaron tres olas de gripe, la primera en Lima entre julio y septiembre de 1918. La segunda fue entre noviembre de 1918 y febrero de 1919, la misma que se extendió a Trujillo e Iquitos, en el río Amazonas. La tercera ola se registró entre enero y marzo de 1920 en Lima y de julio a octubre en Ica. No se cuenta con datos precisos sobre la mortalidad que causó el virus.29​ Respecto de Colombia, la pandemia comenzó a circular en Bogotá y luego el departamento de Boyacá dejando 2800 fallecidos a su paso en octubre de 1918 y se prolongó hasta agosto de 191930
Autores como Qureshi (2016, p. 42) sostienen que la Primera Guerra Mundial no causó la gripe, pero sí contribuyó decisivamente a su propagación. En primer lugar porque un factor en la transmisión de la enfermedad fue la cantidad de viajes entre combatientes. La modernización de los sistemas de transporte posibilitó que los navegantes propagaran más rápidamente la pandemia sobre todos los continentes. En segundo lugar, por el movimiento de tropas y la mayor propagación que permitía más mutaciones aún. Además los soldados estaban debilitados por la tensión del combate, la mala salubridad, los ataques químicos y por poseer un sistema inmunitario joven con capacidad para sobrereaccionar contra el virus.

Remedios utilizados para curar la gripe en 1918


Biólogos españoles ante el microbio de la gripe española.
La población mundial está inmunizada para cepas de la gripe que son habituales pero ante mutaciones o nuevas cepas muy agresivas puede estar muy indefensa. No existía vacunas en 1918. Los primeros estudios comenzaron de manera eficaz en 1931 y fue en los años cuarenta cuando el ejército de los Estados Unidos desarrolló las primeras vacunas inactivas aprobadas para la gripe, que se utilizaron en la Segunda Guerra Mundial3132
Ante la pandemia mundial de 1918 no se lleva la cuenta de cuantos remedios milagrosos se anunciaron.12​ Pero los médicos también utilizaron todos los recursos a su alcance: desde el antiguo arte de sangrar a los pacientes, administrarles oxígeno, hasta suministrar cantidades enormes de aspirinas. Según Losada (2012) varios cargos públicos españoles utilizaron la vieja diligencia de huir, porque hasta bien entrado el siglo xix se decía:
"De las mortíferas pestes tres diligencias libertan: pronta salida, remota distancia y muy larga ausencia".33
Se trataron de desarrollar nuevas vacunas y sueros, principalmente contra varios tipos de neumococos y lo que ahora llamamos Haemophilus influenzae, un nombre derivado del hecho de que originalmente se consideraba el agente etiológico. Pero solamente una medida terapéutica mostró algún éxito: la transfusión de sangre de pacientes recuperados a nuevas víctimas34​Como anédocta puede señalarse que con motivo de la gripe de 1918 se publicó un Boletín Oficial Extraordinario de la Provincia de Burgos (España), dónde se indicaba: 35
"Sin embargo, no se tomaron las medidas más eficaces contras una enfermedad de transmisión aérea como la gripe. Los actos multitudinarios no se prohibieron, es más llegaron a realizarse procesiones especiales para pedir protección a la imagen del lugar".13

Estudios recientes[

Imagen al microscopio electrónico del virus de 1918 (recreado en laboratorio).
El 26 de febrero de 2001 en la publicación científica PNAS se reconstruyó por primera vez un virus de gripe con la secuencia del segmento NS del virus de 1918 y con la secuencia de un virus adaptado en ratones. Los investigadores reconstruyeron ese virus quimera y evaluaron su virulencia.
Los investigadores que realizaron este trabajo comprendieron que la clave para entender el potencial de virulencia de una cepa de virus de gripe pasaba por estudiar su patrón molecular y las características fenotípicas asociadas a su secuencia genética; en otras palabras, la clave para entender la virulencia de una cepa de gripe requiere manipular la secuencia genética del virus y estudiar su comportamiento. La técnica biomolecular que permite realizar tales estudios recibe el nombre de «genética reversa». La genética reversa se basa en la posibilidad de «rescatar» un virus de novo a partir de la expresión de su material genético. La expresión coordinada del genoma de un virus en una célula usando vectores de expresión permite que se produzcan todos los factores necesarios para la creación del virus.
Un equipo multidisciplinario, capitaneado por el burgalés Adolfo García-Sastre, uno de los padres de la genética reversa del virus de la gripe, se propuso en el 2003 la titánica tarea de encontrar las causas que propiciaron la pandemia de virus de la gripe de 1918. Los investigadores que participaron en este proyecto pretendían encontrar esas causas analizando las características moleculares distintivas de este virus pandémico. El equipo englobó, junto con el grupo de Adolfo García-Sastre, a los grupos de Peter PaleseIan WilsonChristopher BaslerMichael Katze y Jeffrey Taubenberger.
El 6 de febrero de 2004 se publicó en la revista Science un artículo realizado por dos equipos de investigadores, uno dirigido por Sir John Skehel, director del Instituto Nacional de Investigación Médica (National Institute for Medical Research) de Londres, y otro por el profesor Ian Wilson del Scripps Research Institute de San DiegoCalifornia. Ambos habían obtenido la síntesis de la proteína hemaglutinina responsable de la epidemia de 1918 de gripe española juntando ADN procedente del pulmón de una mujer inuit encontrada en la tundra de Alaska y de muestras preservadas de soldados estadounidenses de la Primera Guerra Mundial.
Policías preparados para actuar en medio de la pandemia.
El 5 de octubre de 2005, también en Science, se publicó por primera vez en la historia la reconstrucción de un virus totalmente extinto, el virus de la gripe de 1918. El virus fue totalmente reconstruido in vitro a partir de las secuencias obtenidas del análisis de muestras históricas de tejidos realizados por el grupo de Jeffrey Taubenberger.36 Según el informe, después de varias décadas los científicos lograron recrear el virus con ayuda de técnicas de genética reversa, para «volverlo a la vida» en un laboratorio de bioseguridad de nivel 3, de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta. Sus efectos fueron estudiados en ratones, embriones de pollo y células pulmonares humanas, empleando para ello diversas versiones fabricadas con genes de otros virus gripales, y así efectuar comparaciones y descubrir los elementos que lo hicieron tan mortífero. Al igual que el original, el virus reconstituido mató en pocos días a los ratones, y se comprobó que también mataba a los embriones de pollo, del mismo modo que el virus aviario H5N1.

Posibilidades de contenerla con los medios actuales[editar]

Si en el siglo xxi se produjera una zoonosis causante de un virus muy virulento y del que la especia humana no ha tenido contacto alguno, no se considera posible detenerlo con los medios actuales, al menos la primera oleada. Ciertamente la Humanidad cuenta con varias ventajas respecto a la situación científica y técnica de 1918. Algunas de las más importantes son:13
Laboratorio de contención biológica nivel 4.
·         Poseer laboratorios de contención biológica nivel 3 y 4 en lugar de tener los médicos que investigar protegidos por una bata y una mascarilla.
·         Disponer los hospitales mucho mejor equipados, con medios como unidades de cuidados y de vigilancia intensiva.
·         Poseer más información y experiencia, tanto en el aislamiento, estudio del agente infeccioso para sintetizar vacunas, como en el conocimiento de los patógenos y las formas de combatirlos, en 1918 no tenían claro si era un virus, una bacteria o algún otro causante.
·         Disponer de una industria farmacéutica capaz de producir ingentes cantidades de antibióticos y antivirales que detengan las infecciones secundarias y la infección principal.
·         Contar con una capacidad mucho mayor para producir vacunas.
Pese a todas estas ventajas, con una población de siete mil millones de seres humanos y el transporte aéreo como nuevo vector de propagación se considera imposible detener una epidemia como la de 1918, al menos en su primera oleada. Escapa de la capacidad técnica y científica actual aislar el virus, analizarlo, encontrar una vacuna y producir las suficientes dosis antes de que el virus se expandiera por el mundo. Del mismo modo la industria farmacéutica, pese a estar mucho más desarrollada que en 1918, no sería capaz de producir suficientes antibióticos ni suficientes anti-virales para varios miles de millones de personas en poco tiempo.


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